Escarabajos (Orden Coleóptera)

Por Antonio Martín, 30/01/2020

Tipos de escarabajos de España

En la Península Ibérica hay una gran cantidad de clases de escarabajos, desde peloteros, voladores, de colores, tóxicos e incluso plaga… En este artículo te enseñamos algunos de los coleópteros más grandes comunes:

Ciervos volantes (Familia Lucanidae)

Ciervo volante (Lucanus cervus)

El ciervo volante (Lucanus cervus) es el escarabajo más grande de toda Europa. Se caracteriza por su dimorfismo sexual, destacando los machos como el de la foto por sus enormes mandíbulas. Son usadas únicamente con propósitos sexuales, ya que se alimentan de jugos vegetales, y tampoco se utilizan para despedazar a los rivales, sino para voltearlos y empujarlos como si usaran una palanca, demostrando superioridad física.
De todos modos se conoce poco de los hábitos de esta especie, la cual está cada vez más amenazada. De hecho, las imágenes son de un ejemplar ya muerto.

Aquí tenemos una hembra de ciervo volante para la comparación. Por supuesto, destaca la variación de colores y sobre todo la diferencia de tamaño en las mandíbulas, aunque comparten muchos rasgos que los diferencian de otros escarabajos grandes con dimorfismo sexual similar, como el escarabajo rinoceronte (Oryctes nasicornis). La diferencia más notable está en la presencia de pelos en la parte ventral del escarabajo rinoceronte (en el ciervo volante no hay) y en el abultamiento del tórax, mucho más patente también en el escarabajo rinoceronte. Las antenas también son distintas: ambas son mazudas, pero las del ciervo volante terminan en una estructura en forma de peine (pectinadas), mientras que las del escarabajo rinoceronte son más cortas y terminan en láminas apelmazables, formando una maza laminada.

Todos los insectos tienen su fase larvaria. Esta es la larva de un ciervo volante (Lucanus cervus) la cual, al igual que el adulto, tiene un tamaño descomunal para un insecto. En este caso, sus potentes mandíbulas sí que le sirven para alimentarse: comen madera muerta, son saproxilófagos. El poco valor nutritivo de esta les obliga a comer enormes cantidades y condiciona su lento desarrollo. Una larva de un gramo come 22,5 cm³ de madera al día, es decir, ¡que una larva puede comer hasta 18 veces su peso en un día!. Pero aún hay más, de por sí no podrían digerirla: lo hacen gracias a la modificación de la parte posterior de sus intestinos (la zona más transparente) donde alberga bacterias que degradan la celulosa, estableciendo una simbiosis con ellas, al igual que nosotros con nuestra flora bacteriana. La hembra pone los huevos en troncos caídos, donde permanece la larva comiendo y creciendo durante varios años (entre 1 y 5), todo con tal de alcanzar ese gran tamaño característico (más de 10 cm) y tener energía suficiente para atravesar la fase de pupa, hacer la metamorfosis y salir como adulto en primavera. Los adultos, esos tan llamativos, apenas duran un mes, periodo en el cual lo único de lo que se preocupan es de reproducirse. Muchos insectos tienen este ciclo de vida: años y años reservándose como larvas para tener una explosión reproductiva como adultos muy poco tiempo, aunque curiosamente las formas que conocemos son las de estos adultos. Pero las larvas juegan un rol ecológico muy importante en  los bosques: la degradación de la madera muerta contribuye al enriquecimiento del suelo. Por lo tanto, la presencia de estos insectos es positiva para el bosque: son buenos bioindicadores. Retirar la madera muerta de los bosques, es decir limpiarlos, perjudica a estos organismos y a otros saproxilófagos, empobreciendo muchísimo la calidad y la biodiversidad del bosque y del suelo y haciendo del bosque un entorno monótono, cuando la heterogeneidad (es decir, la diversidad y el número de elementos distintos, como pueden ser troncos caídos, piedras, rincones de musgos…) contribuye a un mayor número de microambientes, hábitats y conexión de elementos, y por tanto de especies. Es verdad que los incendios pueden ser un problema (en algunos casos no, ya hablaremos de ello), pero la gestión forestal debe tener en cuenta este importantísimo factor.

Ciervo volante menor (Dorcus parallelipipedus)

Los coleópteros (escarabajos) son el grupo de animales más diverso a nivel mundial, con más de 375.000 especies descritas, descubriéndose más cada día. Su diversidad ecológica y su abundancia los hacen ser fundamentales para los ecosistemas. Con tanta cantidad de especies, es normal que alguna “se repita”. Al igual que con los escarabajos rinocerontes, esta “repetición” también ocurre con el ciervo volante: os presentamos al ciervo volante menor (Dorcus parallelipipedus). Otra especie totalmente distinta al ciervo volante normal, Lucanus cervus, perteneciente a la misma familia, los lucánidos. Las larvas de esta familia son de características muy similares. Es más, los adultos podrían ser confundidos con la hembra de ciervo volante, aunque esta especie es de tamaño más pequeño y de color negro uniforme, sin tonos rojizos. Aunque la diferencia fundamental radica en que Dorcus tiene un único diente en la tibia, mientras que Lucanus tiene 3. Las mandíbulas de hembras y machos son similares, no como en Lucanus cervus.

Escarabajos rinoceronte

Para complicar aún más las cosas, en España existen 2 géneros de escarabajos rinoceronte: el género Copris (representado en esta publicación por Copris hispanus) y el género Oryctes (representado por Oryctes nasicornis). No son parientes muy cercanos, han desarrollado el cuerno que les da nombre por convergencia evolutiva (Oryctes es de la subfamilia Dynastinae y Copris es de la subfamilia Scarabaeinae). Dicho cuerno es una modificación de su clípeo (un esclerito o placa del exoesqueleto situada encima de la boca) que en Oryctes se da solo en machos y en Copris en ambos sexos. Presentan diferencias notables de tamaño y color (Oryctes muy grande, alargado y con tonos rojizos, Copris negro, más pequeño y redondeado), podemos distinguirlos fijándonos en los élitros (alas endurecidas características de los escarabajos): los de Copris son estriados y los de Oryctes son lisos. Además Copris, como su nombre indica, es un escarabajo estercolero, coprófago (kopros=excremento), al igual que la mayoría de escarabajos de su subfamilia. Estos escarabajos se identifican por que su clípeo (de dónde sale el cuerno) está aplanado y expandido, como si fuera una pala (segunda foto). Otra de las diferencias es la presencia de pelillos en Oryctes, lo cual lo diferencia también del ciervo volante (Lucanus cervus) ¿Sabrías decir de estas fotos quién es quién?

Escarabajos de la madera

Un viejo tocón de roble envejeciendo con el paso del tiempo, es el hogar perfecto para la prole de multitud de artrópodos, entre ellos las larvas del ciervo volante. Innumerables son los coleópteros xilófagos que habitan en la madera en descomposición de nuestros bosques, desde elatéridos de un color rojo carmesí en restos de alisos, pasando por la cada vez más mítica Rosalia alpina en los hayedos, hasta la infinidad de escarabajos que pueden poblar un buen tocón de Quercus o de castaño. Especies emblemáticas de nuestra fauna como el escarabajo rinoceronte, los ciervos volantes o los capricornios que junto con el resto de escarabajos longicornes colonizan nuestros bosques. Todo un mundo reducido al tamaño de un trozo de madera.

Guía desplegable de identificación de escarabajos

Ligera y práctica, muy recomendable para iniciarse en el mundo de los escarabajos, además de barata. El orden coleóptera es el más amplio de todo el reino animal por lo que lógicamente en esta guía solo se encuentran las especies más comunes.