Gallipato

Por Antonio Martín, 30/01/2020

Pleurodeles waltl

Alpedrete, Madrid. Abril 2018.

Cuando ves un gallipato (Pleurodeles waltl) crees haber retrocedido en el tiempo. Su aspecto, su tamaño y sus torpes movimientos en tierra firme evocan a los anfibios que alguna vez existieron en nuestro planeta.

¿Qué es un gallipato y cuales son sus características?

El gallipato pertenece a la familia Salamandridae. Los orígenes de sus parientes cercanos se remontan al Eoceno (50 millones de años), periodo en el cual sus antepasados poblaban toda Europa. No es hasta el Mioceno (10 millones de años aprox, escrito) que se encuentran los primeros fósiles de Pleurodeles en España, donde han permanecido hasta día de hoy. Cuando el Mediterráneo se secó (5 millones de años, escrito), se expandieron al Norte de África, manteniéndose algunas poblaciones en el Norte de Marruecos, por ello se le considera un endemismo iberomagrebí. En el N de África también surgieron las otras especies de Pleurodeles que conocemos, Pleurodeles poireti y Pleurodeles nebulosus.

Colmenar del Arroyo, Madrid. Septiembre 2019.

Cualquiera relacionaría estos tritones asiáticos con el gallipato, pero también surgieron de esos mismos antepasados europeos. Se les conoce como tritones cocodrilo, ya que también presentan un aspecto rugoso. Se trata de los géneros Tylototriton y Echinotriton.

Morata de Tajuña, Madrid. Octubre 2019.

Cuales son los datos mas curiosos del gallipato (Pleurodeles Waltl)

Este anfibio parecido a un tritón es una de las especies modelo escogidas para experimentar en el espacio exterior. ¡Y no solo una vez, si no varias! Se ha enviado en al menos 6 misiones espaciales distintas, con objetivos como estudiar el sistema inmunológico y el crecimiento de tejidos en condiciones de poca gravedad. Se usaron larvas en desarrollo y multitud de ejemplares adultos, a los cuales se les extirparon partes de la cola, extremidades y ojos. Es sabido que la capacidad de regeneración de los anfibios es sorprendente, ¡pero parece ser que en el espacio es aún más eficiente! Estos resultados indican que en la proliferación de las células influye un factor relacionado con la gravedad, lo cual, junto con comprender su sistema inmunológico, da cabida a multitud de estudios médicos, no solo aplicables a los astronautas.

Hoyo de Manzanares, Madrid. Febrero 2019.

Para facilitar el peculiar amplexo del gallipato, los machos desarrollan callosidades nupciales en sus manos y brazos (son engrosamientos de queratina en la piel). Esto permite diferenciar a los machos de las hembras.

Hembra de gallipato doblando las hojas con las patas traseras mientras pone los huevos.

Al igual que otros urodelos, las hembras depositan los huevos en la vegetación subacuática, doblando cuidadosamente las hojas para protegerlos de agentes externos como depredadores, infecciones e incluso la radiación solar.

Morata de Tajuña, Madrid. Octubre 2019.

Todos los anfibios tienen estado larvario. Bien conocidos son los renacuajos en el caso de los anuros (ranas y sapos), pero los urodelos (tritones y salamandras) también tienen larvas. En este caso estamos ante larvas de gallipato en distintas fases, pero todas evocan por su forma y modo de vida acuático a los peces. Esto es normal, ya que la ontogenia refleja la filogenia, es decir, las etapas del desarrollo de un individuo reflejan los antepasados de la especie, del mismo modo que nuestros embriones adquieren cola y luego la pierden. Las larvas van acumulando cambios, como el desarrollo de las extremidades, hasta que en última instancia reabsorben esas branquias externas tan características y completan su metamorfosis, originando juveniles. Estas branquias son buenos bioindicadores de la calidad del agua: a mayor desarrollo y color rojo de las branquias, mayor es la oxigenación del agua. Los anfibios respiran toda su vida a través de la piel, por eso es tan sensible a enfermedades y daños, siendo fundamental para ellos mantenerla sana. Pero uno de los cambios más sorprendentes de larva a adulto es el paso de respirar mediante branquias externas a desarrollar y utilizar pulmones.

Morata de Tajuña, Madrid. Octubre 2019.

El gallipato tiene una tolerancia excepcional a la contaminación, pudiendo vivir en sitios impensables para otros anfibios.  Algunas poblaciones viven en cuevas o son capaces de pasar toda su vida en el agua, sin pisar tierra. Hay que añadir que se alimenta de prácticamente todo lo que hay en la charca: invertebrados, huevos y larvas de otros anfibios, pequeños animales o incluso carroña: son los limpiafondos de nuestras charcas, eslabones fundamentales de los ecosistemas que habitan.

Hoyo de Manzanares, Madrid. Febrero 2019.

La piel es un órgano fundamental para los anfibios. Bueno, para todos los seres vivos, pero para los anfibios en especial, ya que aparte de la función respiratoria ya mencionada lleva asociadas otras funciones, como la quimiorrecepción. Esto es la detección de partículas químicas del medio (esto ocurre con el gusto y el olfato, por ejemplo). En la singular cabeza de este gallipato podemos apreciar varios quimiorreceptores (los puntos negros), aunque todos los anfibios los tienen. En época de celo se desarrollan más, ya que ambos sexos liberan feromonas en el agua como forma de comunicación entre los individuos y como preludio de la reproducción. Una forma de comunicación alternativa para los anfibios que no cantan, esta vez “piel con piel”.

Tres Cantos, Madrid. Enero 2019.
Valdemanco, Madrid. Enero 2020.

Sin duda, lo más característico del gallipato es su mecanismo de defensa. Al igual que muchos anfibios, segrega toxinas y sustancias irritantes por las glándulas de su piel. Estas sustancias evitan en muchas ocasiones que estos animales sean tragados. Pero el gallipato lleva el no ser tragado al masoquismo: cuando se siente amenazado, arquea su cuerpo y, gracias a unas articulaciones existentes entre las costillas y las vértebras, es capaz de rotar y colocar sus costillas hacia delante, perforándole la piel. Al estar tan afiladas, a un depredador se le hace imposible manipularlo y mucho menos tragarlo. ¡Encima las heridas que le produzca se llenarán de veneno! Pero, a pesar de herirse también, es inmune a sus toxinas, y no solo eso, cuenta con sustancias antimicrobianas que impiden la infección de sus heridas para que estas sanen rápidamente. Si sumamos este mecanismo de defensa al hecho de que suela habitar fuentes para el ganado, entendemos porque en algunas regiones se le conoce como atragantabueyes.

Gallipato juvenil sin extremidad anterior. Hoyo de Manzanares, Madrid. Marzo 2019.
Imagen obtenida del artículo: Elewa, A., Wang, H., Talavera-López, C. et al. Reading and editing the Pleurodeles waltl genome reveals novel features of tetrapod regeneration. Nat Commun 8, 2286 (2017).
https://www.nature.com/articles/s41467-017-01964-9#citeas

En la naturaleza no es raro encontrar ejemplares mutilados de anfibios, como este gallipato juvenil al que le falta una pata. Esto se debe a que, durante su desarrollo y estado larvario, son vulnerables a infecciones y al ataque de depredadores como las larvas de libélula, las cuales con sus potentes mandíbulas generan amputaciones y cicatrices que condicionarán al anfibio toda su vida. De todos modos, la capacidad de regeneración de todos los tejidos en anfibios es algo sorprendente, aplicado a muchos estudios médicos.

Gallipato en fase acuática. Hoyo de Manzanares, Madrid. Febrero 2019.
Gallipato en fase terrestre. Tres Cantos, Octubre 2019.

Los urodelos como el gallipato llevan este modo de vida anfibio  hasta el punto de que cambian su aspecto según donde vayan a vivir la próxima etapa, alternando una fase terrestre (cola menos desarrollada, piel más gruesa y granulosa) y una acuática (cola aplanada para la natación, piel más fina y suave). Esta alternancia les permite colonizar todo tipo de sitios: charcas y canteras, abrevaderos, piscinas, zonas urbanas…

Morata de Tajuña, Madrid. Octubre 2019.

Os presentamos a Pleurobot, un robot usado en investigación que refleja a nuestro querido anfibio en su nombre (Pleurobot, de Pleurodeles), creado por un grupo de investigación suizo (EPFL: École polytechnique fédérale de Lausanne). Puede parecer un capricho tonto, pero nada más lejos de la realidad. Y es que los movimientos del gallipato son, cuanto menos, llamativos. En tierra, lo que puede parecer un movimiento torpe y lento, implica una coordinación nerviosa y muscular extaordinaria, moviendo la columna de lado a lado, arqueando las patas… Lo mismo podemos decir de su desplazamiento en el agua, el cual pasa a ser grácil y rápido, ayudado por su cola aplanada. Que un animal de morfología tan prehistórica sea capaz de coordinar dos movimientos tan distintos tiene unas implicaciones biomecánicas y neurológicas sorprendentes, imitadas a la perfección por Pleurobot. Tener este modelo robótico como apoyo nos ayuda a conocer más sobre la locomoción de los vertebrados y la relación entre el sistema nervioso y el movimiento, pero si por algo destaca es por su implicación en la medicina: estudiar la mecánica y funcionamiento de Pleurobot ayuda a la investigación acerca de extremidades biónicas o de lesiones en la médula espinal. Así que el gallipato no solo repara partes de su cuerpo, ¡también ayuda a que nosotros podamos reparar el nuestro!

Aquí tenéis más links por si queréis saber más sobre Pleurobot:

https://www.youtube.com/watch?v=K926H…

https://www.youtube.com/watch?v=zcAR_…

https://www.youtube.com/watch?v=TUsie…

https://www.researchgate.net/publicat…

Existen algunos puntos negros en nuestras carreteras donde la mortalidad de animales por atropellos es abrumadora. Cuando pensamos en animales atropellados, pensamos en linces, perros, pequeños carnívoros… Pero muchas veces los pequeños e “irrelevantes” anfibios se llevan la peor parte. En noches de lluvia y periodos de reproducción, cientos y miles de vidas se pierden en las carreteras, sumados a las generaciones que no pudieron originar.

Lo sentimos por la crudeza de las imágenes, pero reflejan de igual forma la crudeza del problema. ¿La solución? Corregir esos puntos negros con pasos de fauna u otras estructuras, pero sobre todo precaución al volante, ¡y más en noches de lluvia!.

Estos gallipatos fueron atropellados en la tercera fase de Tres Cantos, de reciente construcción, donde los anfibios aprovechan las charcas entre las obras y los terrenos aún no alterados para reproducirse, pero se encuentran con toda una red de carreteras de por medio. Hace tiempo que no veía gallipatos en la zona, ya que la población está en declive por la construcción y la última vez que volví a verlos tras dos años fue en esta noche de lluvia, todos atropellados. La pérdida de unos pocos adultos puede ser fatal para la población ya de por sí resentida, por eso si conducís en noches de lluvia por la zona y por otras carreteras, por muy urbanas o inaccesibles que parezcan, cuidado con los anfibios.

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